Desde ahí,
paseando nos acercamos hasta el Belvedere, palacio de estilo Barroco. El
palacio se construyó entre 1714 y 1723 para el príncipe Eugenio de
Saboya, tras la derrota de los turcos. El palacio Belvedere fue elaborado
por Johann Lukas. La idea de la construcción era un recinto para elaborar
fiestas y así aumentar la popularidad del príncipe. Tras la muerte del príncipe
Eugenio, el palacio fue adquirido por la emperatriz Maria Teresa.
Lo que hicimos fue bordearlo para entrar por
abajo, es decir, desde el bajo Belvedere. Esto hizo que la primera impresión
del Alto Belvedere fuera más espectacular, ya que el Bajo Belvedere es mucho
más modesto. No entramos al Belvedere porque no nos apasionan las pinturas.
Pero si que dimos un tranquilo paseo por los jardines, fotografiando sus
fuentes y sus flores. Después tuvimos tiempo para tomar unos refrescos.
La siguiente
parada nos llevó al Centro, a Stephansdom. La catedral es la iglesia principal de la archidiócesis de Viena y la sede de su arzobispo. Está situada en la Plaza de San Esteban (Stephansplatz),
en pleno centro de la capital austríaca. El edificio experimentó también varias
reformas y ampliaciones a lo largo de su historia, siguiendo distintos estilos
artísticos. Es el símbolo religioso más importante de Viena y ha sido testigo
de multitud de eventos de la historia de Austria.
El exterior
de la catedral es muy bonito, pero lo que de verdad nos impresionó fué el
colorido interior. Queríamos acercarnos al Altar Mayor, pero no está permitido.
Muy cerca de
Stephansdom se encuentra la Peterkirche, y también la PestSaule. Se trata de un paseo ameno en el que se puede aprovechar
para hacer las primeras compras de Sourvenirs.
Marta Alonso Arnal
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